1ero de mayo: Día del Trabajo

Históricamente la división sexual del trabajo ha limitado la plena participación de las mujeres en el mundo público y productivo; al tiempo, el trabajo realizado en el hogar ha sido subvalorado e invisibilizado. Adicionalmente, existe una amplia concentración de mujeres en la informalidad y una alta segregación ocupacional por género, en la cual las mujeres se concentran sectores económicos menos especializados, más precarios y con mayor vulnerabilidad.

A pesar de que muchos países han implementado leyes y políticas para promover la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en el mercado laboral, todavía persisten brechas en la remuneración, falta de acceso a oportunidades laborales en igualdad de condiciones y en la ocupación de puestos de dirección, así como la permanencia de mujeres en sectores económicos que tienden a estar precarizados y en condiciones informales.

Aún cuando en años previos al 2020 la participación de las mujeres ya venía estancada, la crisis provocada por la pandemia exacerbó la desigualdad preexistente en el campo laboral. Las medidas de “retorno a la normalidad” en el escenario post COVID no atendieron tampoco esta situación; así lo muestran los datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que señalan que en América Latina y el Caribe la tasa de desempleo femenina es del 12,4%, mientras que la masculina es del 8,3%.

Las desigualdades de género limitan el crecimiento sostenible y obstaculizan las condiciones para promover un desarrollo económico inclusivo.Con la activa e igualitaria participación de las mujeres en la vida económica yen trabajos formales, el crecimiento económico de los países es mayor; con la implementación de medidas de igualdad en el mundo productivo, la región gana con la generación de mayor riqueza.

Este 1º de mayo, Día Internacional del Trabajo, desde la ComisiónInteramericana de Mujeres (CIM),  como parte de nuestra labor y compromiso con las mujeres de la región, hacemos un llamado a la inclusión de medidas afirmativas que promuevan el empleo decente, digno y formal para las mujeres, considerando también el reconocimiento del trabajo doméstico y de cuidados que sostiene la vida. Solo así conseguiremos eliminar las brechas económicas y sociales aún existentes entre hombres y mujeres.

Son necesarias políticas integrales que aborden el acceso y permanencia en la educación y la formación, el acceso al crédito y financiamiento, la democratización de nuevas tecnologías digitales e información y la transición hacia empleos verdes.

Como medida estructural, urge  la regulación y la redistribución del trabajo de cuidados;  así como la conceptualización de los cuidados como un derecho; como parte integral de las cadenas de valor y de los sistemas de protección social. En este sentido como parte de nuestros esfuerzos por asesorar a los Estados y promover la igualdad de género, ofrecemos  la Ley Modelo Interamericana de Cuidados, como un instrumento concreto para fortalecerla autonomía económica y potenciar el aporte y el talento humano de las  mujeres.  

Un futuro sostenible que incluya a todas las personas y que enmiende la deuda histórica con las mujeres es posible.

Sigamos abriendo caminos, construyendo igualdad.

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